Diario

No siempre es posible o conveniente escribir, menos aún hacerlo sin propósito o destinatario definidos. Pero, dado que no podemos dejar de pensar, escribir nos permite a veces ordenar el caos de ideas y sentimientos y constituye una ejercitación saludable. 

 

No tendría más de dieciséis años. Y la imagen que reproduzco corresponde al encabezamiento de la carta que recibí de una amiga cuando estudiaba en la capital (de provincia).

- Caballero, éste es un asiento reservado a la tripulación.

Una voz inesperada , femenina y dulce, había surgido de entre las sombras que envolvían el asiento de al lado, en un vuelo transoceánico.

Disponíamos todavía de un par de horas antes de la salida de nuestro vuelo hacia Caracas, una vez terminados los cursos de formación que durante una semana larga nos habían confinado en Tunapuy. Así que le pedimos a nuestro taxista habitual que nos sorprendiera y decidió subirnos a lo alto.

No es un montaje. Os lo aseguro. Estaban los alumnos de primero (de ESO) preparando el final del trimestre y decidieron aportar, solidariamente, algunos elementos culturales a la fiesta del día siguiente. Uno de ellos apuntaba en la pizarra las alternativas.

El texto que sigue me lo entregó, una alumna , hace unos días. Resulta ilustrativo de lo que se siente y se vive a los trece años (¿te acuerdas?).