Son cartas antiguas, de cuando escribíamos a mano sobre el papel y se utilizaba el servicio postal, que entregaba al cabo de varios días. Las remitían familiares o amigos de la infancia y de la adolescencia. La caligrafía y los numerosos errores de expresión constituyen un testimonio inapreciable de tiempos que muchos no han vivido y que a otros se nos van desdibujando poco a poco.