Diario

No siempre es posible o conveniente escribir, menos aún hacerlo sin propósito o destinatario definidos. Pero, dado que no podemos dejar de pensar, escribir nos permite a veces ordenar el caos de ideas y sentimientos y constituye una ejercitación saludable. 

Doce años tienen. La carita de no haber roto un plato en su vida. Pero un volcán de emociones. Intenta conservar la calma (y una cierta distancia sentimental) mientras le adviertes que es necesario esforzarse, estudiar para aprender y que uno tiene que acomodar sus actitudes y sus actos para facilitar el entendimiento con los otros. Entonces te espetarán:

Son irreductibles. "No lo entiendo, profe", se ha dicho siempre con pudor, como lamentando quién se atreve a decirlo, su propia cortedad, su limitaciones y esa misma verbalización contenía la mayoría de las veces un cierto sentimiento de culpabilidad y un decidido propósito de enmienda, para que a uno no le volvieran a coger en falta.

Hace algunos días retiramos de un garaje la antigua máquina de coser de mi madre. Sólo quedaba el "pié", es decir la base de madera y hierro en la que encajaba el "cerebro", obsoleto y mecánico, del artilugio. Algún atolondrado había hurtado, alevosamente, la cabecera. Y le llamo atolondrado por inconsciente y miserable, esos objetos tienen interés en tanto la propia historia emocional les dota de significado personal o familiar. Son, como diría mi admirado Castilla del Pino, "tiradores de la memoria". Pero no es eso de lo que quería hablar.

"La más impresionante y modélica hazaña educativa que conozco empieza con un buen cachete dado en su preciso y precioso momento..."

F. Savater manifiesta así su admiración por la oportuna estrategia inicial que empleara Ana Sullivan en la educación de la joven Helen Keller.

"Education has produced a vast population able to read but unable to distinguish what is worth reading"