Durante casi cuarenta años he ejercido la docencia pública como profesor de inglés en centros de secundaria y bachillerato y en dos alumn11 a (c)únicas poblaciones: Hellín y Badalona. Quiere decirse que, tomando como referencia esta sola actividad, habré contribuido a la formación directa de, al menos, cuatro mil alumnos.. Resultaría pretencioso, por primario, enorgullecerse de ello.alumn1c2cas a (c) He realizado el trabajo que me gustaba hacer y jamás ha constituído una carga que no pudiera afrontar con serenidad y esperanza. No recuerdo haberme levantado nunca con pesadumbre por la tarea pendiente. Eso, y lo mucho aprendido, es lo que me he podido llevar a casa en el momento del retiro. Lo inicié a finales de mayo de 2014, recién cumplidos los sesenta. Habría que añadir el agradecimiento de los alumnos, tal y como reflejan sus comentarios 

de los últimos días. Ellos aprecian especialmente que se les enseñe y se les respete: la eterna dualidad del fin y los medios. 

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También he dado clases a profesores y he colaborado en numerosos proyectos de desarrollo pedagógico y de gestión. Cuatro décadas dan para mucho y te permiten conocer a mucha gente. Algo queda, inevitablemente, y siempre consigues reciclarlo.

Cuando hace algunos años liquidé mis compromisos externos, me despedía de unos y otros con palabras como estas:

Ya sabes que la experiencia y el conocimiento se refuerzan. Dependen de la inteligencia práctica (no hay otra inteligencia) y de los años, pero también de las situaciones que uno ha vivido y de cómo las ha afrontado. Ahí cuentan los valores. Y es ese cúmulo de características y circunstancias las que diferencian a unas personas de otras, lo que hace tan especial y distintas la vida y el trabajo de cada cual, lo que pinta de color este mundo nuestro. No estoy del todo seguro de haber encontrado siempre el tono preciso o la solución que esperabas para convertir nuestra relación comercial, técnica o de cooperación en una oportunidad estimulante y creativa. Te aseguro que lo he intentado con denuedo...

Muchos lo entendieron y me contestaron; otros no llegaron a responder: suele devorarnos el día a día y la lectura sosegada del correo no resulta compatible con las exigencias productivas de nuestro entorno laboral. Reproduzco algún párrafo de dos de las respuestas, ilustrando esa comprensión. En ambos he preferido omitir la identificación del remitente. 

A pesar de que no siempre hemos conversado con facilidad, sinceramente pienso que gestionabas un buen servicio y que lo gestionabas bien ... Tienes un capital humano no precisamente mercantil y eso, en la medida que todos podamos construírnoslo, seguramente será de las pocas cosas que no nos puedan arrebatar (Un colegio del área metropolitana).

Coincido en que el capital humano, sea lo que fuere, permanecerá con nosotros. También en que el mercantilismo, que en muchos casos es pura codicia, condiciona nuestra existencia hasta la esterilización. Una lástima, porque no hay más vida que la que nos ha tocado vivir. 

Agradezco tu correo, que me ha emocionado y me ha hecho reflexionar. Otra vez es el tiempo el que ha marcado mi vida y no a la inversa. Ahora me viene a la cabeza que aunque hemos compartido momentos de debate, conversación y tertulia siempre podría haber sido más. Que para mí ha sido una gran experiencia y un aprendizaje, y sobre todo fortuna el haber coincidido contigo y tu grupo. Sé que hemos iniciado diversos proyectos y se han caído otros tantos, siempre y como tú dices, desde la confianza y la fidelidad... Comparto tus palabras de que seguimos en la brecha y volveremos a encontrarnos ... porque  somos de ese tipo de personas que no trabajamos, nos implicamos y vivimos, esa es nuestra gran ventaja, o desventaja. Pero ya no vamos a cambiar (Un empresario de la enseñanza)

Pero no siempre ha sido así. En muchos casos no hubo entendimiento y fracasaron todos los intentos de resintonización. En tales ocasiones uno busca siempre alguna explicación y concluye culpándose a sí mismo, a las circunstancias o al interlocutor. Intentaré ir desmenuzando con más detalle esas ideas en cualesquiera de las categorías que contiene esta web. Adelanto que son precisamente esas las situaciones en las que aprende uno a conducirse mejor y que mejor manifiestan el capital humano a que se refería la directora citada. 

 

escue3 tonemapped CPero este es un artículo de síntesis, para presentarme a quienes no me conocen y llegan, perdidos, a esta página. Nací en Liétor, en la ribera del río Mundo, a mediados de los cincuenta. Me enseñaron a leer las monjas del asilo. Recuerdo a sor Marina, tierna y sonriente y a sor Elvira, algo mayor y más circunspecta. escue1 tonemappedMi buena disposición la recompensaban ofreciéndome un caramelo en el extremo de la caña que utilizaban como puntero, también como férula castigadora contra los alumnos distraidos o indisciplinados. La escolarización la llevé a cabo con don Diego Huerta Carrilero, maestro de los de entonces, entregado a los que correspondían e implacable con los reticentes. Supo inculcarme el amor a la lectura y estimular mis actitudes para el estudio y mi perseverancia. Aún recuerdo sus dedos amarillos de nicotina, la potencia de su voz y el fulgor permanente de su enorme cabeza alopécica. Entendí mucho más tarde el verdadero valor de aquella dedicación tan generosa, pero ya no se lo pude agradecer. 

 

CURSO65 66 (c)Entre los diez y los diecisite años pasé por el seminario diocesano, en Hellín primero y luego en Albacete, hasta alcanzar la facultad de Filosofía y Letras de la universidad de Valencia. Disciplina espartana, camaradería y austeridad son los términos que mejor definen aquellos años. Las amistades forjadas entonces perduran en la imaginación, alteradas seguramente por el recuerdo. Indefectiblemente sus perfiles han marcado nuestro devenir, como también los profesores y cuidadores que se sucedieron durante aquellos años: don Félix, don Guillermo, don Paco, don Antonio Cuesta, Manolo, don Victoriano, don Miguel, don Jesús, don Juan Cárdenas ... pompa06 (C001).En el debe anotaré el peso de la culpa que nos inculcaron y que lastró nuestra vitalidad y quizá agostó o cercenó insospechadas posibilidades de crecimiento moral e intelectual. En su haber, el habernos ofrecido un marco infalible para el desarrollo de habítos de trabajo y la adquisición de conocimientos, absolutamente fuera del alcance de cualquier adolescente de origen humilde de mediados de los sesenta. Un privilegio las instalaciones deportivas e higiénicas, la biblioteca, la disposición y disponibilidad de nuestros profesores, el ambiente de recogimiento y respeto que siempre nos obligaba. 

 

Antes y después sucedieron muchas cosas, pero no es éste el espacio para contarlo.

Antonio M. Donate

Diciembre de 2014.