Nací y viví allí hasta los diecisiete años. Ha cambiado, como todo, en los últimos cuarenta: el paisaje y las personas. Cada vez menos paisanos me reconocen como "el hijo de la Delfina". Pero continua siendo un maravilloso lugar de encuentro con la familia y con los amigos de la infancia. 

Reproduciré algunas recetas que encontré hace años en un rincón de casa. Eran un puñado de papeles cosidos cuidadosamente con un hilo grueso, de caligrafía y autoría muy diversa, sin paginar y sin datar. Téngase en cuenta que estaban con otros documentos que tienen casi dos siglos de antigüedad. Intentaré transcribirlos de la manera más fiel posible, por si algún lector dispone del conocimiento y el ánimo para complementarlos.

Se trata de personas de mi pueblo a las que he conocido y que con seguridad han dejado su poso en mi manera de valorar lo que vivo y lo que veo. Para que no se olviden (o sí).

Situaciones, momentos, circunstancias que quizá valga la pena considerar.

Aquí es donde radica nuestro hogar desde septiembre del ochenta y nueve, desde que conseguí la plaza de profesor de bachillerato en el Instituto Albéniz. La inmediatez del mar oxigena tu existencia. Pero siempre me ha seducido el respeto a las diferencias y la manera de estimular las capacidades que han podido ver en mí.