No tendría más de dieciséis años. Y la imagen que reproduzco corresponde al encabezamiento de la carta que recibí de una amiga cuando estudiaba en la capital (de provincia).
Lo había olvidado, pero en aquellos tiempos era habitual que una chica midiera cuidadosamente sus palabras, sobretodo si se trataba de palabras escritas. Si no mediaba compromiso, no se querían "dar esperanzas" u ocasión para una interpretación sesgada, "estimado", "recordado" eran los términos usuales. Corría el año setenta y uno, creo. Lo asiento sólo porque me resulta chocante, cuando se contempla desde la atalaya de nuestros días. Tanto ha cambiado la cosa ...