Educación Emocionada

"Sin recursos económicos para estudiar, en la España de posguerra no hay otra opción que el seminario. En los años cuarenta, en los cincuenta y hasta buena parte de los sesenta la Iglesia católica formará centenares de sacerdotes y frailes, o de aprendices de sacerdotes y frailes, que en algunos casos constituirá su única formación y en otros servirá de trampolín para hacer carrera, buscarse una profesión o convertirse en profesor, lo que de todos modos venía a ser lo mismo. El volumen sociológico de los seminarios religiosos en el conjunto de la enseñanza española, hasta bien entrados los setenta y la democracia, está sin estudiar pero cabe intuir que debe de ser altísimo" (Gregorio Morán: El cura y los mandarines").

Yo mismo fui uno de esos que formó parte —en los 60, con no pocos y recordados condiscípulos— del "volumen sociológico de los seminarios religiosos". Hace unos meses mi amigo Adolfo Díaz Martínez-Falero tuvo la buena idea de crear un grupo restringido en FB que nos sirviera de reencuentro, expiación y reflexión catártica a quienes habíamos compartido preadolescencia en el Seminario Menor de Hellín. Transcribiré aquí algunas de mis aportaciones al grupo, aquellas que considero de interés más general desde una perspectiva educacional.

Contra el paganismo armado.
He aquí una nueva entrega de nuestro inefable ECO. En este caso, el número 1 del año 66.

Durante el curso 71-72, un grupo de alumnos del Seminario Mayor de Albacete nos implicamos de manera visceral en la edición de la revista ECO. Algunos, como Miguel Angel Díaz Martínez-Falero, Antonio Pérez Moyano y yo mismo, hacíamos el curso "experimental" de COU. Lo recuerdo como una tarea apasionada y frenética. El ejemplar, semanal, solía distribuirse los domingos y conservo la imagen de no pocos sábados trabajando a las dos de la madrugada, entintadas las manos, en la encuadernación o la repetición apresurada de una página en la que habíamos detectado erratas de última hora. 

Intentaré reconstruir aquel trabajo de manera digital. El contenido, probablemente, carece de importancia, pero quedaron aquellos balbuceos de escribanos compulsivos, que quizá valga la pena conservar, ubicándolos, claro en su contexto crono-ideológico. 

 

  

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Este documento que he editado y que comento de manera introductoria corresponde al Ideario del Seminario Menor de Hellín de mediados de los sesenta. A mí me parece un documento revelador de la filosofía educacional que condicionó nuestros años de Bachillerato Elemental. En él se sientan las bases, pedagógico-humanísticas de lo que habría de ser el día a día de nuestra educación inicial. Sin perjuicio de abordar en otro momento, de manera más específica, contrastada y sistemática el significado que desprende y las implicaciones que pudiera haber tenido para toda una generación de educandos, transcribo y comento los aspectos que inicialmente se me antojan de interés.

Es difícil que encontremos una posición unánime sobre el pasado que hemos vivido. Los acontecimientos posteriores (los del futuro personal de aquel pasado) contribuyen a desenfocarlo y seguramente a tergiversarlo. Hasta tal punto que el recuerdo se convierte, algunas veces, en "falso recuerdo", pero no somos capaces de reconocerlo como tal. De ahí viene la validez de estos documentos: nos ayudan a enfocar y fijar lo que sucedió. 

En el verano del '68 yo tenía trece años.

No he retocado la foto. Los agujeros negros, la discontinuidad de los bordes, el color sepia y los puntitos esparcidos, el aire de escritura mecanografiada de tipos desdentados no son efectos simulados con recursos tecnológicos de última generación; es el fruto de un tiempo que deja su huella inexorable. El documento corresponde a la DISTRIBUCIÓN DE LAS CLASES Y HORARIO del 1965-66 en el Seminario Menor de Hellín, donde por aquel entonces cursaba yo primero de bachillerato, cumplidos los 11 años.