Estampas

Cien milisegundos

Ocurrió hace casi veinte años.
estampas 100mlHe omitido deliberadamente los detalles de la cogida por respeto a las personas implicadas. Tampoco estoy interesado, por carecer de datos, en el análisis de los precedentes que dieron lugar a este suceso, con seguridad previsible y fácilmente evitable, si se hubieran adoptado a tiempo las medidas necesarias. Es lo que se viene haciendo con escrupulosidad en los últimos años. Decía Einstein que las personas inteligentes resuelven problemas, pero es propio de los genios evitarlos. La cuestión es que si no llega a presentarse el hipotético problema, nadie merita nada a costa de su resolución. Quizá sea por eso por lo que nos aprestamos más a resolver que a prevenir.
Yo estaba allí, grabando "la entrada" y, una vez más, el material obtenido, se precipita de manera insoslayable, en reflexión personal. Dicen los psicólogos que el cerebro humano tarda aproximadamente cien milisegundos en reconocer una palabra o tomar una decisión en situaciones de urgencia máxima. La mayor parte de las veces nuestra decisión es subconsciente y en ocasiones errónea. El novillo arremete de manera abrupta sobre la verja y los concurrentes más próximos se ven obligados a decidir en una fracción de segundo sobre algo que puede costarles o condicionar la vida. La decisión es instintiva y suponemos que nuestra dotación neurobiológica, depurada por millones de años de evolución en entornos manifiestamente hostiles, nos permite llevar a cabo esas tareas con solvencia. Y es cierto lo primero, pero no siempre lo segundo.
Si observamos atentamente la viñeta 3, dos de los espectadores toman decisiones claramente antagónicas en las mismas circunstancias de tiempo y lugar y ante idéntica amenaza. El espectador masculino (de negro y blanco) inicia su huida hacia la derecha; el femenino (rojo y negro) hacia la izquierda hasta cruzarse fatalmente con la trayectoria del toro. Lo que me llama la atención no es la circunstancia concreta que reflejan las imágenes —espero que no hubiera consecuencias personales—, sino la dispar interpretación de datos aparentemente objetivos, porque es un aspecto clave de nuestra existencia. Constantemente estamos tomando decisiones que condicionarán nuestro futuro y el de quienes nos orbitan. Cuando profundizamos en una idea, cuando decimos sí o no a las sugerencias o peticiones de los demás, cuando nos adherimos a una posición, cuando optamos... Algunas se revisten de un aire dramático que nos intimida; otras parecen banales, pero es el transcurso de los años el que revela, a posteriori su trascendencia y el modo como han potenciado o limitado nuestro devenir. Algunas pueden rectificarse, pero la mayoría tienen vida propia. ¿Nos ayudaría la reflexión o el entrenamiento a evitar los errores? No siempre. En primer lugar porque se requeriría tiempo y la carencia del mismo es una de las propiedades de la premura con que suelen presentarse. En segundo lugar porque siempre hay otras fuerzas en curso que escapan desgraciadamente a nuestro control. ¿Qué fue lo que llevó al toro a iniciar un brusco viraje a la izquierda y embestir la verja tras la que se refugiaban los afectados? En caso de no haberse cruzado sus trayectorias, ¿no hubiera focalizado su empeño el animal sobre cualquier otro espectador? ¿Salvó el episodio que reflejan las imágenes la vida de alguna otra víctima potencial?
La cuestión es tan peliaguda como el debate acerca de la casualidad y el destino y no me toca a mí dilucidarlo. Yo sólo revisaba algunos materiales, he encontrado esto y le he dado a la manivela de pensar. Con la esperanza de ayudarte y de que me ayudes tu también.