En el año 1987 pasé unos días en Liétor, durante el mes de julio. Aproveché la siempre buena disposición de Paco Navarro, párroco incombustible y entusiasta, para visitar con nuestros acompañantes los lugares de mayor interés arquitectónico. El resultado fueron algunas horas de video vivo, sin guión previo, utilizando una cámara doméstica y un foco manual del que se ocupó Laureano García.
Creía conocer a fondo cada rincón de la iglesia parroquial, por haber ejercido de monaguillo desde los siete u ocho años y de seminarista aplicado durante mi adolescencia. Pero muchas cosas habían cambiado en los últimos tiempos. Armado de un vastísimo conocimiento y de una dedicación, tenacidad e iniciativa sin límites, don Paco había conseguido, en menos de un decenio, poner en marcha el museo, remozar el órgano e implicar a sus feligreses en un proyecto cultural que les devolvía el orgullo por lo común y razones para mostrarlo y acrecentarlo.
Aquellas grabaciones han permanecido dormidas durante las tres últimas décadas. Finalmente me he decidido a publicarlas, por la única razón de que es ahora cuando encuentro el tiempo que exige la depuración de las mismas y su edición. Mi impresión es que la información que aporta nuestro párroco, unida al detalle gráfico, podrían conformar un instrumento pedagógico de cierta utilidad para todo aquel interesado en la arquitectura religiosa, para los escolares y para los propios letuarios justamente ufanos de un patrimonio tan destacable.
En su origen la locución es directa y don Paco va improvisando y desgranando la información mientras grabo. No deja de asombrarme, a día de hoy, la sincronía que espontáneamente se produce entre imagen y sonido. Suele ser el fruto de una planificación concienzuda anterior y también de un conjunto de recursos técnicos de los que obviamente no podíamos disponer. Por razones técnicas, en la versión que aquí muestro, he eliminado la locución de audio y transcrito su contenido como subtítulos del video. Para facilitar su visualización a través de Internet se ha segmentado el original en unidades diferenciadas, dedicadas cada una de ellas a una capilla o retablo. Las iré publicando poco a poco.
Soy consciente de que muchas cosas ya no son como eran entonces. Basta con echar un vistazo al altar mayor actual: Santiago está ahora alojado en su camarín y no lo estaba en el momento de mis grabaciones. Alguna de las personas que colaboraron (Laureano) ya no están con nosotros. El tiempo pasa, pero permanece lo que hacemos, el fruto de nuestra dedicación y de nuestro entusiasmo, al menos como condición del porvenir.