A sus padres les pinta un entorno convivencial relajado, amable, una situación económica esperanzadora, la superación de los problemas prácticos inmediatos: la vie en rose. La realidad era muy otra ...
Queridos padres,
les escribo en el día de la Fiesta Nacional Francesa. Esta mañana hemos estado viendo un gran desfile militar y por la tarde coninuaremos viendo otras cosas. Casi siempre aprovechamos los domingos para ésto, porque es gratis y además porque es el único día de la semana en que estamos libres de trabajo. Con todos estos viajes, muchos de ellos a pié, Paris carece de secretos para nosotros: andamos por aquí como podríamos hacerlo por Albacete.
De turismo por ParísConseguimos trabajo enseguida. Hubo que cumplir algunas formalidades de papeleo y éso nos llevó algún día más, pero al fin todos lo tenemos: trabajamos seis horas al día y comenzamos a las seis de la mañana. Eso nos deja buena parte del día libre. Con todo, esperamos que dentro de poco tiempo podamos disponer de algunas horas más.
De dinero no sé todavía cómo saldremos, porque hasta final de mes no nos pagan y tampoco conocemos los gastos que tendremos. Por ahora y hasta que nos paguen, nos vamos manteniendo con el dinero que trajimos de España y como todo es bastante caro pues tenemos que estrecharnos el cinturón. Pero llegaremos a final de mes.
En la residencia gozamos de unas condiciones muy buenas. Es una casa llevada por sacerdotes. Con el precio de la pensión iba incluído también el desayuno, pero como nos vamos muy temprano a trabajar, hemos pedido que nos lo descuenten y al cabo toda la comida depende enteramente de nosostros. Nos alimentamos por nosostros mismos y eso nos fuerza a economizar. Una de nuestras habitaciones, la más grande, la hemos habilitado para comedor y sala de reunión del grupo. El ambiente en que nos movemos es muy bueno.
Hay aquí gente de todas las razas, negros, amarillos… y de muchos países distintos con los cuales intentamos entendernos en francés. Al principio resultaba muy difícil, porque parecían hablar deprisa, pero ahora, y cada día más, nos vamos habituando y llegamos a entendernos.
París es una ciudad muy grande y tendría muchas cosas que decir de ella. Hemos dado con muchos españoles, incluso en nuestro lugar de trabajo y existen algunos barrios habitados, casi enteramente, por gente de nuestro país.
En fin, por allá el verano seguirá su marcha. Supongo que ya estará toda la familia reunida pasando las vacaciones en Liétor. No les escribo a todos porque sería una ruina en sellos. Pero me acuerdo mucho de cada uno.
Es la vez que más me he alejado de casa, pero aquí no se echa tanto de menos: vivimos como en familia. La ropa nos la lavamos cada cual y a mí no es que me quede muy bien, pero aquí todo es tan distinto y tan extravagante que nadie se fija en nadie, ni nada sorprende.