Imprimir
Categoría: Diario

"La más impresionante y modélica hazaña educativa que conozco empieza con un buen cachete dado en su preciso y precioso momento..."

F. Savater manifiesta así su admiración por la oportuna estrategia inicial que empleara Ana Sullivan en la educación de la joven Helen Keller.

Ese artículo ( "¡Te daba así!" , se titula) supongo que despertará la ira de nuestros jerifaltes pedagógicos. No se debe de pegar a un crio ("casi nunca", dice el autor citado), "ninguna bofetada sustituye a la persuasión, pero alguna -en la ocasión y el momento adecuados- puede servir de aldabonazo para que las razones persuasivas sean mejor atendidas". ¿Cuándo y cómo? El castigo corporal no puede ser consecuencia de la frustración, la histeria, la incapacidad o el sadismo de quien lo imparte. Pero la exasperación del adulto podría considerarse el determinante de una actuación más contundente y suficientemente justificada. Se trata en definitiva de marcar los límites de manera inequívoca, ayudar a que el niño entienda que ciertos comportamientos contribuyen a generar violencia dónde no la había, y que siempre puede uno encontrarse con alguien más transgresor y más fuerte. Son los padres los únicos que pueden y deben arriesgarse en esa línea, cuando las circunstancias lo requieran. Alguna puede darse a lo largo de la vida. Mi padre lo hizo conmigo en una ocasión. Rondaba yo los 3 ó 4 años y me empeñé en salir de casa mientras llovía, incluso intenté zafarme de sus manos cuando quiso retenerme. Recibí una tunda memorable. Nunca más hubo de repetirlo. Y lo recuerdo con afecto y con reconocimiento.