Se me antoja la blogsfera una playa nudista. Nunca he sentido la vocación de profesar (en el nudismo, me refiero), pero alguna noticia tengo por las fotos que se publican y también por la visión ocasional, recóndita, fugaz y distante que me ha deparado algún trayecto en tren. Me barrunto que el nudista se halla en la antítesis del exhibicionismo ("se parecen tus senos a los caracoles blancos").

Valora la caricia del sol y del aire sobre el mapa entero de su piel y la insólita sensación de estar con los demás sin aliño indumentario alguno ("se ha dormido en tu vientre una mariposa de sombra"). Incomparablemente más erótico resulta el traje de baño ordinario, como también suelen serlo la mayoría de las vestimentas que resaltan lo que ocultan. Un Blog es una suerte de impudicia (psíquica) inocente y feliz. Uno desgrana palabras, ideas, sentimientos, referencias con la pretensión de que le ayuden a reflexionar y reforzar y, claro, de que encuentren algún eco y ayuden a los demás a sentirse mejor compartiendo lo intangible.