Es un sugerente poema de Kalhil Gibran acerca de los hijos, la historia, la vida.

 

Tus hijos no son tus hijos,

son hijos e hijas de la vida,

deseosa de sí misma.

No vienen de ti,

sino a través de ti,

y aunque estén contigo,

no te pertenecen.

Puedes abrigar sus cuerpos,

pero no sus almas,

porque ellos viven en la casa del mañana,

que no puedes visitar,

ni siquiera en sueños.

Puedes esforzarte en ser como ellos,

pero no procures hacerlos semejantes a ti,

porque la vida no retrocede

ni se detiene en el ayer.

Tu eres el arco del cual tus hijos,

como flechas vivas,

son lanzados.

Deja que la inclinación,

en tu mano de arquero,

sea para la felicidad.

(Kalhil Gibran)